Ciencia y tecnología, riquezas de sociedades contemporáneas

Por Rubén Jiménez

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El conocimiento científico y tecnológico son las principales riquezas de las sociedades contemporáneas y un elemento indispensable para impulsar el desarrollo económico y social. La ciencia, la tecnología y la innovación deben considerarse para la transformación de las estructuras productivas, la explotación racional de los recursos naturales, el cuidado de la salud, la alimentación, la educación y otros requerimientos sociales.

Los desafíos que enfrenta este rubro en nuestro país deben ser enfrentados con una mirada estratégica, de largo plazo y fortaleciendo los lazos comunes. Vincular las instituciones de ciencia y tecnología con las demandas sociales conlleva un proceso que moviliza, no solamente a la comunidad científica, sino a otros actores de la vida social.

El fortalecimiento institucional, la formación de investigadores y tecnólogos, la difusión social de los conocimientos, entre otras, constituyen rasgos centrales de un programa de ciencia y tecnología para el fortalecimiento de la cohesión social.

El camino para alcanzar estos logros no será fácil, comenzando por la premisa de que en México, hay una pobre cultura científica; podremos disponer de tecnología que nos sirva como herramienta para cumplir con nuestras actividades diarias, pero no son valoradas ni comprendidas como debieran ser.

Con la generación de un marco de consensos, facilitando la sinergia y la convergencia de iniciativas que puedan complementarse y convertirse en políticas públicas, será posible asignar un carácter estratégico a la investigación en TIC´s (Tecnologías de la Información y Comunicación), nanotecnología, biotecnología, tecnología de alimentos, biodiversidad, disminución de la contaminación, producción energética, explotación sustentable de recursos naturales, entre otras.

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En la orientación de estas políticas, si bien deben impulsar conocimiento científico y tecnológico al país, también deben contribuir al fortalecimiento de la ciudadanía, con su componente de aceptación responsable de la pertenencia del conocimiento y su aplicación en los procesos de toma de decisión. Los avances de la ciencia para la vida cotidiana agregan una carga de necesidad de parte de los ciudadanos acerca de las opciones que atañen a los estilos de desarrollo tecnológico, a las cuestiones éticas relacionadas con la vida, a la salud y al cuidado de la naturaleza y el ambiente, entre otros aspectos.

El buen ciudadano debe ser consciente, informado acerca de los avances científicos y tecnológicos, así como de sus eventuales consecuencias y riesgos. Información y participación responsable son esenciales de la ciudadanía y de la cohesión social.

Lo anterior no podrá efectuarse si no hay una mejora de la calidad de la educación y la ampliación del acceso y las oportunidades educativas a toda la población. En este sentido, la reforma educativa busca garantizar el acceso a una educación de calidad de cara al desarrollo de un perfil productivo con mayor valor y conocimiento agregado, que permita aumentar el empleo de calidad.

Hay otro reto pendiente: promover desde la educación básica una vocación científica y tecnológica en las nuevas generaciones. La ciencia será atractiva en el alumno siempre y cuando haya estrategias que lo reflejen en las aulas. El programa “La ciencia en tu escuela”, de la Academia Mexicana de Ciencias, ha tenido resultados exitosos, pero se requieren más esfuerzos.

De igual forma, las instituciones de educación superior, en particular las universidades, son instituciones clave de la sociedad del conocimiento. Deben ser las responsables de cubrir todas las fases del proceso del conocimiento, desde su creación, su transmisión y su difusión social.

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Es por eso que en el Senado de la República se impulsó una iniciativa para regular el acceso abierto mediante reformas a las leyes General de Educación y de Ciencia y Tecnología.

Con los cambios realizados a ésta Ley, se otorgarán garantías de acceso a la información científica y tecnológica desde cualquier parte del país, sin ninguna restricción de tipo económico, técnico o legal, salvo la protección de los derechos de autor.

La aprobación de la reforma incluye la creación del Repositorio Nacional de Acceso Abierto a Recursos de Información Científica y Tecnológica, el cual contribuiría a la diseminación de la información en la sociedad y enriquecerá los acervos de las instituciones. Ésta nueva política pública permitirá el acceso abierto al conocimiento producido en México y contribuye al desarrollo científico global.

Asimismo, su reglamentación evitará la sobre comercialización de la investigación que se genera con recursos públicos y permitirá ejercer un control de calidad de lo que se publica en este formato a bajo costo.

Ana Lilia Herrera Anzaldo indicó que el Estudio de Publicaciones de Acceso Abierto, dado a conocer en 2012 por la Comisión Europea, reveló que México es el país con mayores dificultades en la obtención de fondos para la publicación científica.

No obstante, a pesar de la falta de legislación en la materia, la Universidad Nacional Autónoma de México y la Universidad Autónoma del Estado de México son pioneras en América Latina; ésta última, a través de Redalyc, agrupa desde hace años a más de 800 revistas científicas de distintas universidades con más de 260 mil artículos científicos, que están a disposición de profesores y alumnos.

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Con reformas como la educativa y la de telecomunicaciones, se dotará de contenidos de calidad a las nuevas tecnologías de la información y esto ayudará a fortalecer el conocimiento científico.

Conocimiento es poder. El crecimiento y la prosperidad de una nación no depende solo de las riquezas naturales con las que cuenta, ni de la capacidad productora y fuerza laboral, sino del conocimiento y la capacidad de las personas para aplicarlo.

 

 

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